Con el diagnóstico en mano, un enfermero le colocó una vía y le administró medio litro de sangre, tras lo cual le dieron el alta.
Tres semanas después la mujer regresó al centro de salud. Aunque la transfusión le había devuelto la energía durante un par de días, su estado se había deteriorado rápidamente poco después. Una rápida comprobación dejó ver que la garrapata había crecido y tenía ahora el tamaño de un puño.
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