El hombre me cede el asiento y pide perdón porque lleva quesos que huelen.
- No pasa nada, llevo un rato esperando fuera y huele más el volcán. -le digo-
-¿En serio? No me he dado cuenta. No vengo a este sitio desde que pasó. Era un caos, con la gente y las cámaras.
Le pregunto si su casa estaba segura (sí) y me comienza a contar como lo vivió.
Que tenía planteado acercarse con su hijo ese día y menos mal.
Pero que era fascinante. - empieza a sonreir- me cuenta como lo miraban...